Por María de los Angeles Zendroni (*) Desde Posadas, Argentina
En lo poco que queda de la selva misionera argentina, la ancestral Nación Guaraní sienta las bases de una nueva estructura organizativa, para superar medio milenio de marginación y sometimiento.
Cuando a finales de 2004 retornaron a sus comunidades, luego de casi tres meses de acampe en la Plaza 9 de Julio de Posadas –capital de Misiones, provincia del extremo nordeste de Argentina-, muchos pensaron que la protesta de los Mbya Guaraníes no pasaría de una anécdota.
En un escenario caracterizado por múltiples conflictos políticos, la agenda oficial, y por ende la mediática, pronto tomaron otros rumbos.
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En lo poco que queda de la selva misionera argentina, la ancestral Nación Guaraní sienta las bases de una nueva estructura organizativa, para superar medio milenio de marginación y sometimiento.
Cuando a finales de 2004 retornaron a sus comunidades, luego de casi tres meses de acampe en la Plaza 9 de Julio de Posadas –capital de Misiones, provincia del extremo nordeste de Argentina-, muchos pensaron que la protesta de los Mbya Guaraníes no pasaría de una anécdota.
En un escenario caracterizado por múltiples conflictos políticos, la agenda oficial, y por ende la mediática, pronto tomaron otros rumbos.
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