Llego nuevamente a estas tierras donde no puedo dejar de sentirme incómodo ante tanta hospitalidad. Para los que venimos de las grandes ciudades capitalistas, tanta generosidad y cariño nos resultan realmente incómodos. La hostilidad cotidiana nos ha curtido, enfriado y distanciado de lo humano. Acá, eso, aire puro y silencio, sobran. Estoy de nuevo en Andalgalá y Chaquiago, esta dignísima tierra catamarqueña que sigue en pie de lucha para no desaparecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario