
En Libertador, la ciudad tomada por el Ingenio Ledesma desde hace décadas, el cementerio no tiene más lugar para sepultar a sus muertos. Los paredones chocan contra la propiedad privada del grupo, y ya no hay para dónde correrse. El mismo problema de las tumbas lo tiene el sistema educativo, según reconocieron las autoridades locales al ministro Alberto Sileoni, cuando el funcionario intentó poner en práctica la construcción de establecimientos a partir de una demanda en la región
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