Parece mentira que en pleno siglo XXI, en el corazón del capitalismo argentino, una lluvia más abundante de lo normal haga colapsar el territorio y arruine la vida de miles de personas que ven como lo acumulado durante toda una vida de trabajo se va con la corriente. Peor aún: ya hay casi 60 muertos y todavía no bajó el agua. En los próximos días la cifra seguramente se elevará. Los gobernantes de los territorios afectados, más que explicaciones, dieron excusas.
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